Fui muy feliz. Tan feliz que lo recordaré como uno de los mejores fines de semana de mi vida.
Siempre he sido de costa, de hecho, soy de Bermeo y el salitre lo llevo en las venas. Soy de las que el verano me recuerda a los baños en el mar, a esa ducha fría después de la playa, a los atardeceres en el faro y a los vestidos largos. Sin embargo, este verano en Praga está siendo un tanto diferente, y nunca imaginé que un verano sin mar podría ser tan especial.
A principios de agosto nos adentramos en La Republica Checa profunda, a unas 4 horas de Praga, en un pueblo llamado Celadna. Nos alojamos en un hotel boutique precioso con la intención de salir de la ciudad y conectar con la naturaleza. ¡Dimos en el clavo!
Mezi Plutky (traducción literal “entre las vallas”) es una casa de campo de ensueño que data del siglo XIX. Con un telón de fondo de las imponentes montañas Beskydy. Aunque se encuentre a muchos kilometros del mar, te hace sentir como si lo estuvieras.
La casa no tiene más que cuatro habitaciones y es lo que le hace aún más especial. Pudimos disfrutar de su piscina natural llena de nenúfares y plantas, del césped recién cortado, de las montañas de alrededor y de su desayuno y cena tan increíbles. Todo era casero y km0. Frutas y verduras recién recogidas, pan hecho por ellos, y toda la comida cocinada allí mismo a fuego lento.
La casa tiene diferentes zonas y espacios que te hacen sentir libre, sintiendo paz.
El caminar descalza por el interior te hace ser una más del hogar. De hecho, Daniela, propietaria y arquitecta de la casa, en una entrevista comentó lo siguiente: “… aunque no estamos junto al mar, algunos de nuestros huéspedes se sienten tan relajados que a menudo vienen a desayunar descalzos”. Fuente: https://www.welcomebeyond.com/property/mezi-plutky/
Daniela nos hizo sentir desde el inicio como en casa, nos recibió con un entusiasmo especial. Y es que lo que no sabíamos era, que entre ella y nosotros había algo en común, y ese algo era la pasión por nuestra tierra. Daniela, de origen checo, es amante de la costa y gastronomía vasca y como no, de los vinos de La Rioja. Siempre que puede, viaja a nuestra zona para deleitar los platos más típicos y disfrutar del mar. De hecho, la mayoría de los meses de invierno pasa en diferentes costas del sur e islas de España.
Su forma de vestir me recordaba al verano de nuestra tierra, siempre con vestidos fresquitos con mucha clase y elegancia (ojo, que el estilo no abunda en Chequia). Me llamó tanto la atención su forma de vestir, que le pregunté por sus vestidos y me explicó que compra todos los vestidos en sus viajes a la costa. Daba igual si hacía frío o calor que ella iba acorde con la armonía y la paz del mar.
Y es que es cierto que los vestidos son también mis mejores aliados para el verano, nunca faltan en mi vestidor en esta época del año. Son fáciles y siempre son un acierto. Tan sencillo como coger el vestido y ponértelo. Así que las dos coincidimos en que el verano no es solo estar al lado del mar, el verano es un estado de felicidad, de sentirte cerca de eso que te hace feliz, y disfrutar de las cosas que el invierno se las lleva.
Bendito verano, que feliz he sido. Porque el verano son esas pequeñas cosas que nos sacan la sonrisa, da igual donde, lo importante es sentirlo y nosotros así lo hemos hecho. Darnos un baño en la piscina mientras llovía a cántaros, tomar un vino enfrente de la chimenea observando al fuego bailar, desayunar entre montañas y su color verdoso, correr por el césped recién cortado, vestir con esencia a verano…
Gracias a ti @gorkaurresti, por hacerme soñar. Infinito.
P.D.: Los vestidos que veis y que me hicieron tan feliz son de AMUSE SOCIETY. Qué, por cierto, a Daniela también le encantaron.
Por si os pica la curiosidad y si algún día os encontráis cerca de la República Checa os dejo el link del hotel. https://www.meziplutky.cz/
Un trocito de Nørden desde Praga,
Laura